miércoles, 13 de octubre de 2010

El banco


"Era una tarde algo nublada, pero el sol se mostraba aún por completo.
 La gente transcurría sin prisas por la calle envuelta en sus pensamientos, sin importarles nada de lo que ocurría a su alrededor.
 Luís esperaba impaciente, sentando en el banco de un pequeño parque, a su dueña. Él, entrecruzando los dedos blanquecinos de sus manos, apoyados sobre su ancho pantalón verde, rezaba para que apareciese ella. A su vera, un paquete envuelto permanecía a la espera de ser abierto.
 En un banco posterior, dos ancianos hablaban del paso del tiempo con unas sonrisas esbozadas en sus lábios secos. Uno de ellos mostraba al otro un viejo gorro vaquero, que por lo visto había estado presente en unos momentos felices para ellos.
 El chico entretanto, observaba una fuente que se encontraba enfrente suya. Admiraba el detallismo del autor al recrear la imagen en piedra. Una mujer sentada en una silla sostenía una balanza, de las cuales emanaba agua. Esta, caía sobre un recipiente y desaparecía por la rendija, volviendo a empezar el recorrido.
 Sudoroso el joven, se quitó su sudadera negra, dejando paso a una camiseta de mangas largas amarillenta. El tiempo pasaba y su musa seguía sin hacer acto de presencia.
 Cierto era que la esperanza podía más que la lógica, ya que su corazón anhelaba verla una vez mas. Quería volver a tenerla entre sus brazos y no separarse de ella jamás. Volver a caminar juntos por aquellos parajes urbános, que tantos recuerdos le traía a la cabeza. Pasar juntos tardes en el sofá de su casa acurrucados ella sobre él.
 Pero por desgracia, todo eso acabó, aunque haría lo que fuera para que todo volviera a la normalidad.
 La esperanza dio paso al miedo. Habían quedado a las siete, sin embargo, ya eran las ocho.
 El sol apenas hacia acto de presencia, pues estaba totalmente oculto. Por otro lado, las nubes baticinaban una noche fría, corroborado por un aire manifestado por el moviento  de las ojas de los árboles que rodeaban al recinto.
 Luís no podía estar mas tiempo sentado, así que levantándose, se puso a dar vueltas con la sudadera cargada en el hombro. Pasó por el lado de los ancianos y por el tercer y último banco de aquél parque.
 Tembloroso por lo peor que le podía pasar y por el incesante soplar del viento, se puso nuevamente su sudadera oscura y se volvió a sentar en el banco.
 Pocos segundos después de eso, casi eran las nueve, su móvil empezó a sonar, avisando de la recepción de un mensaje.
 Fue este momento el que inició el principio del fin. La lectura de dicho SMS, dio paso a las lágrimas y al dolor.
 El texto expresaba la negación de ella por aparecer y por volver al pasado, dejandole a él solo.
 Lo primero que sintió fue un dolor del pecho que emaba rápidamente y se expandía con fuerza por todo su cuerpo, torturándole hasta los poros de la piel.
 En ese momento, sus sentidos se reducieron en dirección al teléfono, quedando todo lo demás en un mundo aparte. El ruido de los coches y las risas de los dos hombres se alejaban de sus oídos quedando finalmente enmudecidos. Parecía que su cuerpo dejaba de funcionar por un instante.
 Su corazón parecía estar gritando de dolor, pues las palpitaciones eran tan poderosas y aceleradas, que parecía que se le saldría el órgano del pecho en cualquier momento.
 Todo lo que antes le daba placer ahora le daba dolor. Un dolor que le corroía por dentro, causandole una sensación que no se lo desearía a ningún ser viviente.
 En esos momentos de desesperación, se tapó sus lagrimosos ojos y deseó ser como la mujer de la fuente, un ser duro y gélido de piedra, para así no padecer mas esta condena.
 Del llanto del muchacho, los viejos tornaron sus miradas hacia él sintiendo lástima por lo que estaba ocurriéndole, pero como siempre pasaba en esta sociedad, no hicieron nada más que mirar.
 Por otra parte, Luís no pudo levantarse del banco en horas, cuando en el cielo las estrellas empezaron a alumbrar y la única farola del parque se encendió, entonces pudo hacerlo.
 Andó con desgana y lentitud por las solitarias y vacías calles de la perifería, dándole lugar el casco antiguo.
 Por esas aceras, si había muchísima mas gente, pero aún así se sentía solo. Sus sentimientos no se colmarían con ninguna cosa, a excepción de su dueña, la cual ahora le rechazaba.
 Ya apenas recordaba sus besos, lo que era sentirse acompañado por ella o simplemente el olor que impregnaba su piel, no su perfume, sino su piel. Deseaba cruzar miradas con ella y que le dedicara una sonrisa, pero ya no se podía.
 Absorto por sus pensamientos y recuerdos, al girar esquina para entrar en su calle, por causas del destino, se la encontró.
 Sus pies se transformaron en plomo y no pudieron moverse mas, sus piernas eran dos trapos apuntos de desplomarse, a su vez, su corazón parecía apunto de romperse en mil pedazos contra el duro suelo.
 Sin mediar palabras y sin mirarle, pasó de largo, dejándole aún plantado en el sitio.
 Al igual que ella desaparecía por el fondo de la calle, desaparecía su vida.
 Junto con el viento que aún soplaba, su alma deseaba esfumarse con el, dejando a su cuerpo vacío e inerte.
 Sus sentimientos se quedaron en aquél banco, donde ella y él se unieron un año atrás, envuelto en un papel, esperando a ser desenvuelto y entregado en forma de rosa."

 Tony

 Espero que os guste :) Dejen comentarios por favor.
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 NOTA: La encuesta trata sobre los abucheos a Zapatero en el día de la hispanidad. ¿Que opinan ustedes?
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 NOTICIA: El próximo "Duelo Cultural" será Rafael Alberti Vs Federíco García Lorca.

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